Por Ana María Acevedo
Antes, encontraba culposa mi afición por los libros para niños; ahora, me resulta más bien curiosa. Pareciera que cuando los adultos escribimos para nosotros mismos lo hacemos con la intención de alardear de nuestras habilidades literarias y/o garantizar nuestro derecho al ocio. Sin embargo, cuando escribimos para los más jóvenes nos da por ostentar una responsabilidad moral que nos obliga a trasmitirles la receta del “buen vivir”. La verdadera magia de los libros para niños está en analizar los ingredientes de esta muy versátil receta.
Laura Gallego, en La emperatriz de los etéreos, reflexiona sobre el significado de la alimentación para los humanos. En la novela, la comida simboliza el vínculo reparador entre los humanos y el poder vital de la tierra; al tiempo, que representa momentos de convivencia en donde se ofrece consuelo, ánimo e intimidad.
A decir verdad, su propuesta pareciera elemental, casi tanto como el mismo hecho de comer; no obstante, la obsesión actual por la delgadez y el desapego hacia las cadenas de producción de nuestros alimentos, sugiere que hemos olvidado el valor de esta elemental pieza de nuestra sociedad. En el libro -y probablemente también en el mundo real-, la ferviente búsqueda de la pureza y los pasos para convertirse en un ser etéreo, conllevan el sacrificio de la propia humanidad; el rechazo a la sociabilidad, la corporalidad y el apego a la tierra.
La historia se desarrolla en un mundo helado y hostil. La poca vida que ha logrado subsistir a estas condiciones, se calienta con las voces de la leyenda del Reino Etéreo, un lugar donde no existe el sufrimiento. Aer, un soñador muchacho convencido de la existencia del utópico paraje, emprende una travesía en su búsqueda. La trama se complica cuando Bipa, su pragmática amiga, le sigue para traerlo de vuelta a casa.
En este viaje de aventuras, Bipa encuentra que el camino hacia la Emperatriz Etérea se trata del tránsito en el culto a lo etéreo, del rechazo a lo corpóreo. El acento está en el desapego de la sociedad con la vida, en el costo del lujo de no comer. Trata sobre retornar a la vida en un amplio espectro; al calor del sol, a la tierra, a los cultivos, a los animales, a nuestros cuerpos.
La emperatriz de los etéreos es una aventura que antoja reflexión.
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