Por Ana Acevedo

Hace ya algún tiempo, se metió en mi cabeza la idea de hacer un huerto en casa. Sin pensarlo mucho, convertí el jardín de mi casa en un rectángulo de tierra removida lista para ser sembrada. Compré algunas semillas y las germiné; fueron las calabazas las que mejor se dieron. Ha decir verdad, contemplar el desarrollo de la vida es un proceso fascinante que tiene muchas lecciones que ofrecer. Hoy, les quiero compartir lo que aprendí de las calabazas: la variedad gastronómica que gozamos -no solo en México, sino en el mundo-, se debe a la observación y a la curiosidad.

Con las calabazas, todo es cuestión de tiempo. Las pepitas, la flor de calabaza, la calabaza zucchini -verde-, y la calabaza de castilla -naranja- son las diferentes facetas de desarrollo de la misma planta. Así es, las calabazas verdes que solemos comer como guarnición o en sopa son frutos cortados antes de su maduración; es más, si te fijas, en el centro de las calabazas verdes se aprecian indicios de semillas mas no hay semillas en forma equiparables a las pepitas. En otras palabras, si esa calabaza verde que comes guisada con rajas no la hubiesen cortado, crecería hasta endurecer su piel y volverla naranja, como calabaza para hacer dulce.

Usualmente, las calabazas zucchini se utilizan para platillos salados; mientras que la de Castilla para comida dulce. No obstante, en Claustronomía te queremos presentar un panqué de calabaza zucchini. Su sabor es curioso en el sentido de que no es fácil asociarlo con algo que hayas probado antes, pero te aseguramos que es adictivo. Aquí te dejamos la receta de este nutritivo antojo.

Cuando engrasas con mantequilla y enharinas un molde para hornear, siempre es conveniente reservarlo en congelación. De esta manera, la capa de grasa y harina estará muy fría cuando entre al horno; logrando que se comiencen a coser los bordes del panqué antes de que se derrita la mantequilla y se vuelva parte de la mezcla. Y así se evita que el panqué quede pegado al molde.